Fortalecimiento del vínculo materno-fetal: Las técnicas de ultrasonido, como el 3D y 4D, permiten una visualización más clara y en tiempo real del feto, lo que facilita que los padres lo imaginen y representen como un ser independiente desde etapas tempranas del desarrollo. Esta visión temprana contribuye a la creación de un lazo afectivo entre la madre y el feto, estableciendo una primera relación afectiva incluso antes del nacimiento (Brandon et al., 2009; Lumley, 1982).

Promoción de prácticas de salud prenatal: La atención prenatal, el seguimiento obstétrico y la reducción o finalización del consumo de tabaco, alcohol y otras drogas son comportamientos asociados al bienestar del feto. Estas prácticas no solo benefician la salud del bebé en gestación, sino que también fortalecen el vínculo materno-fetal al reflejar el cuidado y la protección que la madre brinda a su hijo desde el vientre (Doan y Zimerman, 2008; Yarcheski et al., 2009).

Creación de una base segura para la parentalidad positiva: El vínculo materno-fetal establecido durante el embarazo sienta las bases para una relación madre-bebé sólida y afectuosa en los primeros años de vida del infante. Investigaciones sugieren que un vínculo materno-fetal de calidad se correlaciona con una mayor sensibilidad materna, una respuesta adecuada a las necesidades del recién nacido y una interacción positiva entre ambos en el postparto (Siddiqui y Hägglöf, 2000; Fonagy, Steele y Steele, 1991).

Reducción de riesgos emocionales y conductuales: Un vínculo materno-fetal fuerte actúa como factor protector contra la depresión prenatal, la ansiedad materna y el estrés percibido durante el embarazo. Estos factores emocionales negativos no solo pueden afectar el desarrollo fetal, sino que también se relacionan con una menor capacidad de empatía hacia el feto y una menor capacidad de establecer un vínculo afectivo (Goecke et al., 2012; Pisoni et al., 2014).

Mejora del desarrollo psicológico infantil: La calidad del vínculo materno-fetal se asocia positivamente con el desarrollo emocional, social y cognitivo en la infancia temprana, lo que sugiere que invertir en fortalecer este vínculo durante el embarazo puede tener beneficios a largo plazo en el desarrollo del niño (Alhusen et al., 2013; Dubber et al., 2014).